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La motivación: cuando Dios es el motor
La Real Academia Española define motivación como “el conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona” (RAE, 2020). Esta definición nos revela algo muy importante: para movernos, necesitamos una fuerza que nos impulse. Necesitamos un motor que nos anime a actuar, que nos sostenga cuando nuestras propias fuerzas se agotan, y que nos dé dirección cuando no sabemos por dónde seguir.
Y es aquí donde muchos tropiezan.
Vivimos en una sociedad que constantemente nos dice: “Tú puedes solo”, “Solo cree en ti”, “Sé fuerte y no dependas de nadie”. Pero… ¿es suficiente apoyarnos solo en nosotros mismos?
La respuesta es clara: no, no lo es. Por más fuerte que parezcas, por más inteligente o disciplinado que seas, tú y yo somos seres limitados, frágiles, y profundamente necesitados. Confiar únicamente en nuestras propias fuerzas puede funcionar por un tiempo, pero tarde o temprano, la motivación que no nace de algo eterno, se apaga.
“Maldito el hombre que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor.”
— Jeremías 17:5
No se trata de anular el esfuerzo humano. Claro que tienes que hacer tu parte, ser diligente y trabajar con responsabilidad. Pero el verdadero cambio, el que permanece, el que transforma desde adentro hacia afuera, solo ocurre cuando Dios es el centro, el motor y la fuente.
Cuando nuestras fuerzas fallan
No sé si alguna vez te ha pasado: comienzas un proyecto con toda la emoción del mundo. Tal vez fue una dieta, una meta financiera, un hábito saludable, o incluso un sueño personal. Los primeros días vas con entusiasmo. Estás enfocado. Pero con el tiempo, las emociones bajan, las excusas llegan y sin darte cuenta… lo dejas a medias.
¿Y sabes por qué pasa eso?
Porque muchas veces nos estamos apoyando en la emoción inicial o en los resultados visibles, y no en algo más profundo, más firme… no en Dios.
“El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos.”
— Proverbios 16:9
“Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”
— Isaías 40:31
La motivación sin dirección espiritual es como una llama sin oxígeno: se apaga pronto. Por eso, la próxima vez que sientas que tu motivación está decayendo, no busques primero una frase inspiradora o una nueva rutina: ora.
Pídele a Dios que Él sea tu motor, tu empuje, tu norte. Porque cuando Él te sostiene, no caminas por emoción, caminas por convicción. Y esa motivación no depende de cómo te sientas, sino de quién es Él.
Cristo: nuestra fuente de motivación constante
Jesús no solo vino a salvarnos. Vino también a mostrarnos cómo vivir con propósito, con dirección y con fuerza interior. Su vida fue un ejemplo de obediencia constante, aun cuando el camino era difícil. Y ahora, por medio del Espíritu Santo, Él quiere ser la fuente de tu fortaleza también.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
— Filipenses 4:13
Este versículo no es una frase mágica para repetir cuando queremos lograr una meta. Es una declaración de dependencia y confianza: Cristo es suficiente. Cristo es mi fuerza. Cristo es mi motivación.
Motivación con propósito eterno
La motivación que viene de Dios no está basada en logros humanos, sino en el propósito eterno que Él ha puesto en tu vida. Y cuando entiendes que tu vida tiene un propósito que va más allá de tus planes personales, entonces todo cambia.
Ya no te levantas solo por lo que deseas alcanzar, te levantas porque sabes quién te llamó y para qué fuiste creado. Y esa verdad tiene el poder de levantarte incluso en los días más oscuros.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”
— Efesios 2:10
En resumen
- La motivación verdadera no comienza en ti, comienza en Dios.
- Él es la fuente inagotable de fuerzas, propósito y dirección.
- Cuando te apoyas solo en tus emociones, te agotas. Pero cuando te apoyas en Él, renuevas tus fuerzas cada día.
- No camines por impulso, camina con convicción.
- No pongas tu confianza en lo que puedes hacer, sino en quién va contigo en cada paso.
“Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.”
— Proverbios 3:5-6
Dios no solo quiere darte ánimo para hoy. Quiere darte propósito para toda tu vida. La motivación verdadera nace cuando Cristo vive en ti.
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