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La oración: Diálogo Santo con un Dios que Ama Escucharte
La oración no es solo una práctica espiritual; es el puente sagrado entre el Creador y su creación. Es más que palabras lanzadas al cielo: es un diálogo íntimo entre el corazón humano y el Dios vivo.
Aunque Dios lo sabe todo acerca de nosotros, Él desea escucharnos. No porque necesite información, sino porque nos ama como un Padre amoroso que quiere compartir tiempo con sus hijos.
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
— Jeremías 33:3
A través de la oración, le abrimos el alma, le expresamos nuestras alegrías, nuestras dudas, nuestras heridas más profundas, y también nuestra gratitud. Y en ese momento, el cielo guarda silencio y Dios escucha.
Jesús nos enseñó cómo orar
En Mateo 6:5–8, Jesús nos instruye sobre la actitud correcta al orar:
“5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.”
— Mateo 6:5–8
La oración no debe ser un acto público para llamar la atención, ni una fórmula vacía. Es una conversación sincera, reverente y personal, donde hablamos con un Dios que ve lo secreto y recompensa la fe verdadera.
“Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros.”
— Santiago 4:8
¿Cómo debe ser nuestra oración?
La Biblia nos muestra que la oración debe estar llena de humildad, gratitud, fe, y perseverancia:
- Con acción de gracias: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”
— Filipenses 4:6 - Con fe en que Dios responde: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.”
— Mateo 21:22 - Con perseverancia: “Orad sin cesar.”
— 1 Tesalonicenses 5:17 - Con honestidad y rendición: “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.”
— Salmo 34:18
Dios no busca palabras perfectas, Él busca corazones sinceros.
Orar no cambia a Dios, nos cambia a nosotros
Dios responde a nuestras oraciones según Su voluntad perfecta y soberana, no siempre como esperamos, pero siempre para nuestro bien.
“Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye.”
— 1 Juan 5:14
La oración no es una herramienta para controlar a Dios, sino un medio para alinearnos con Su corazón. Es como un vaso de agua en medio del desierto: renueva las fuerzas del cansado y da esperanza al alma quebrantada.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”
— Mateo 11:28
Ora en todo tiempo
No ores solo cuando te sientas débil, confundido o triste. Ora también cuando tengas gozo, cuando estés agradecido, cuando veas la fidelidad de Dios reflejada en tus días.
“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.”
— Santiago 5:13
La oración no debe ser nuestra última opción, sino nuestro primer recurso. Cada día, cada instante, puede ser un altar donde nos encontremos con Dios.
El privilegio de hablar con Dios
Orar es un regalo. Un privilegio que nos fue abierto por medio de Cristo, nuestro intercesor.
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.”
— 1 Timoteo 2:5
En cualquier lugar, en cualquier momento, puedes levantar tu voz o simplemente tu pensamiento, y el Dios Todopoderoso te escuchará con amor. Él no está lejos. Está atento. Espera con ternura tu voz.
Así que, ¿qué esperas para orar?
🙏 Te invito a ver el video “La Oración” en el canal de YouTube de Perennidad. Allí encontrarás inspiración para acercarte aún más al corazón de Dios. No olvides suscribirte y compartirlo con otros. Dios te bendiga abundantemente. Que tu oración sea constante, viva y poderosa.
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