Your cart is currently empty!

No le ofrezcas un sermón…
Hace poco leí una frase que decía: “No le des un sermón a una persona que necesita un abrazo.” Aunque fue escrita desde un enfoque secular, tiene un significado muy profundo que también aplica al cristianismo.
Muchas veces, cuando alguien se acerca por primera vez a la iglesia, no lo hace buscando una conferencia o un sermón sobre sus errores o fallas. Viene con el corazón cargado, con preguntas, con heridas, y con una esperanza silenciosa de encontrar refugio. En esos momentos, lo que más necesita no es un juicio, sino un abrazo que refleje el amor de Dios, un gesto de consuelo, de empatía, y de bienvenida genuina.
Es verdad que como cristianos deseamos y debemos vivir agradando a Dios y obedeciendo Su Palabra. Pero debemos recordar que cuando una persona decide acercarse a Él, ya ha comenzado una transformación interior. Al abrir su corazón, da lugar al Espíritu Santo, quien es el único capaz de producir un cambio verdadero, profundo y duradero. Nuestra tarea no es forzar una transformación inmediata, sino acompañar el proceso con humildad, paciencia y amor.
Además, como iglesia, nuestra responsabilidad no es simplemente corregir, sino también amar, servir y edificar. Edificar no significa imponer, sino inspirar a través del ejemplo, la palabra, y sobre todo, la compasión. Solo Dios tiene el poder de tocar el corazón y renovarlo; nosotros solo somos instrumentos que pueden guiar, animar y reflejar la gracia que nosotros mismos hemos recibido.
Como hermanos en Cristo, estamos llamados a orar por los demás, a levantar al caído, a escuchar sin prejuicio y a extender la mano con ternura. Porque muchas veces, el primer paso hacia la fe no comienza con un sermón, sino con alguien que estuvo dispuesto a abrazar.
El Señor dice:
Salmo 32:8
«Yo te instruiré,
yo te mostraré el camino que debes seguir;
yo te daré consejos y velaré por ti.»
Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo.
1 Tesalonicenses 5:11
Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón.
Colosenses 3:16
Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor,
Proverbios 3:11-12
ni te ofendas por sus reprensiones.
Porque el Señor disciplina a los que ama,
como corrige un padre a su hijo querido.
Yo te guío por el camino de la sabiduría,
Proverbios 4:11
te dirijo por sendas de rectitud.
Bueno y justo es el Señor;
Salmo 25:8-9
por eso les muestra a los pecadores el camino.
Él dirige en la justicia a los humildes,
y les enseña su camino.
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Mateo 28:19-20
by
Tags: